La versatilidad del concreto en el Centro Cívico Universitario de Los Andes

El rigor compositivo, la modulación estructural y la configuración rítmica de las fachadas hacen del nuevo Centro Cívico Universitario, de la Universidad de los Andes, una obra sobresaliente.

El barrio Las Aguas, en el corazón de Bogotá, se caracteriza por una trama urbana densa y la presencia de edificios representativos de la historia del país. Este contexto se ubica la Universidad de los Andes, cuya arquitectura ha evolucionado a lo largo de sus más de siete décadas de fundación –1948–. Su campus abarca desde Bienes de Interés Cultural –BIC– o construcciones declaradas patrimonio, hasta nuevas y modernas edificaciones.

Sobre el propósito del proyecto

 

En el segundo grupo está el Centro Cívico Universitario, espacio recién inaugurado –2022–. Su realización se deriva de un concurso público convocado por la misma institución, en 2016. Cuyo propósito fue no solo de construir aulas y en general áreas educativas, sino un tejido urbano más incluyente y democrático.

Capaz de hilvanar la historia de la universidad, materializada a través de los edificios que integran su campus –diferentes respecto a la época en la que fueron construidos y en cuanto a su tipología y escala–, así como de contribuir a que las barreras entre lo público y lo privado –hoy infranqueables y excluyentes– sean más amables con los ciudadanos.

Las celosías de concreto prefabricado, desarrolladas y fabricadas por el arquitecto Eduardo Hurtado a través de su empresa Lumaa Arquitectura, responden a los requerimientos lumínicos de los salones. Es un elemento útil y, además, estético.

El proyecto, realizado a ocho manos, contó con la participación del ya fallecido arquitecto colombiano Konrad Brunner (1950-2018), su hijo Alexander y su colega y socio Daniel Guzmán, así como del arquitecto chileno Cristian Undurraga. “Lastimosamente, Konrad no alcanzó a ver el edificio terminado, aunque estuvo presente en la concepción del diseño para el concurso”, comenta Guzmán. 

Emplazamiento de la obra

 

Para su construcción se llevó a cabo la demolición de la antigua estación de policía, reemplazada por un edificio de hormigón armado de varios niveles. Este se abre al exterior mediante una apertura hacia la calle y el parque José María Espinosa, en el costado norte, y hacia el edificio Pedro Navas –segunda etapa–, fachada sur. De esta manera establece puentes entre el afuera y el adentro, y sobre todo entre la universidad y la ciudad. 

En contraste, el interior se muestra más cerrado debido al programa: las aulas aseguran condiciones idóneas para las actividades pedagógicas. Estas mediante un sistema de celosías prefabricadas de concreto. Cuya geometría permite el paso de la luz y el aire según los requerimientos lumínicos de los salones. En el centro, unas escaleras que atraviesan el edificio de arriba abajo conectan las cinco plantas que lo componen. 

 

Por medio de una grilla de 8 por 8 metros se organizan los espacios y permiten que el edificio pueda transformarse en el tiempo. Esta sencilla modulación facilita que en el futuro se incluyan nuevas funciones al programa: “Los conceptos de flexibilidad y versatilidad fueron claves para el diseño. Rehuimos de los modelos rígidos, apostamos por la capacidad de adaptación de las estructuras. Los tiempos cambian y, asimismo, debe hacerlo la arquitectura”, agrega Guzmán. 

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